
Contar calorías no siempre es lo más recomendable y aquí te diremos el por qué. El proceso digestivo es complejo para comunicar de forma precisa cuántas calorías necesita un individuo. A la vez, el recuento que figura en los diferentes rótulos alimentarios puede ser distinto de lo que en verdad aporta una porción.
Hoy en día prácticamente cada uno de los alimentos envasados indican cuántas calorías aportan. Sin embargo, esta técnica para contar calorías habitualmente no es exacta. Esto ocurre porque está basada en un sistema de promedios que pasa por alto el complejo mecanismo del sistema digestivo.
De hecho, son varios los estudios que indican los factores que cambian la cantidad de calorías que nuestro cuerpo obtiene de cada alimento. Entre ellos están las bacterias que se encuentran a nivel intestinal y la energía que empleamos para la digestión. También el método que usamos para cocinar los alimentos y varios otros factores.
Justamente los recuentos de calorías que se usan en la actualidad no tienen en consideración los factores que mencionamos. Frente a la complejidad del proceso digestivo es muy difícil mejorar el método de recuento.
¿Cómo la industria alimentaria se encarga de contar las calorías?
La energía que tiene cada alimento se calcula con una unidad denominada caloría alimentaria o kilocaloría. Es decir, la cantidad de energía que se necesita para producir el calentamiento de un kilogramo de agua en un grado Celsius.
Las grasas generan estimativamente 9 calorías por gramo. Luego, los hidratos de carbono, así como también las proteínas, brindan cuatro kcal/gramo.
Por otro lado, la fibra aporta dos calorías, que en realidad no significan nada. Esto se debe a que a las enzimas presentes en el sistema digestivo les resulta difícil digerirlas en moléculas más chicas.
¿En qué se basa el recuento de todas las etiquetas alimentarias?
Al contar las calorías para armar el rótulo alimentario se emplean las estimaciones que mencionamos. Pero estas aproximaciones están basadas en experimentos llevados a cabo en el siglo XIX.
Un estudio reciente ha demostrado que esta aproximación es extremadamente simple. Más bien, para determinar de forma precisa el total de calorías que un individuo recibe de un alimento, se deberían considerar varios factores. Por ejemplo, cómo se cocinará ya que el método de cocción modifica la estructura y química del alimento. O también qué cantidad de energía usa el organismo para lograr la descomposición de distintas clases de alimentos.
Es mejor elegir opciones sanas
Si cambiaramos al 100% los recuentos de calorías, estos no llegarían a alcanzar la precisión. Justamente porque el número de calorías que obtenemos de los alimentos está vinculado con una interacción entre los alimentos, el organismo y sus microbios.
En definitiva, lo más importante es decidir de manera inteligente al hacer las compras. Contar las calorías de acuerdo a lo que indican las etiquetas no es suficiente para tener una alimentación sana.
Además, vivir contando las calorías no significa que nuestro estado de salud va a ser mejor. En vez de esto, necesitamos pensar que las comidas procesadas se digieren con facilidad. Esto quiere decir que nos aportan una gran cantidad de energía y nuestro organismo no genera un gran gasto para su obtención.
En cambio, los frutos secos, los vegetales y los cereales integrales realmente hacen trabajar al sistema digestivo. Al mismo tiempo suelen aportar un alto contenido de vitaminas y minerales. En otras palabras, nos brindan nutrientes claves que los productos procesados no.
Por lo tanto, lo más sabio es alimentarnos saludablemente. A la vez, si te interesa bajar las calorías, elige alimentos integrales y crudos en lugar de los procesados. ¡Este es el mejor camino hacia una vida sana!
Para finalizar te invito a leer «¿Por qué no logras bajar de peso?», en este artículo te estaré contando cuáles son las diferencias entre 1000 calorías de lechuga y 1000 calorías de gaseosa.